jueves, 7 de agosto de 2014

Rosario Murillo


POEMA:
Hombre, de qué nos sirven las noches
Hombre, de qué nos sirven las noches
si hemos abandonado el amor
solo a su propia suerte
mudo y arrinconado como una anciana guitarra
que dejó de cantar.
Para qué sirve la brisa, este amarillo que encendimos
los barquitos de papel sobre el estanque del parque
los chingorros brillantes que dejamos
sobre la misma pared donde claváramos, ilusionados, los sueños.
De qué nos sirve este montón de esperanza entre las manos
a qué jugar con gotas de rocío que nos empapen el cuerpo
con tardes que nos enciendan el pelo
a qué, si hemos perdido la tierra
y la batalla.

LAS DIFICULTADES DE UN POETA
QUE ENTRE ESCRITORIOS, MÁQUINAS
Y OTRAS INCONTABLES COSAS
GARABATEA POEMAS
Y LOS VUELVE A GARABATEAR


Quería escribirte un poema
de aquellos nuestros con palabras mezcladas
fresco como la grama del patio
repleto como la tinaja debajo del alero
quería escribirte este poema que te estoy diciendo
pero ya ves que no pude
tuve que agotar mis dedos interminablemente
hacer montones de sobres
doblar papeles cerrar los sobres sellarlos
tuve que alzar el teléfono y responder melodiosa
no, no está, no ha venido
sí, como nó, pase usted
tuve que hacerme sonrisa en cuatro dientes
contestar las preguntas
meterme y salirme de vos miles de veces
pero aunque así,
entrecortado apretujado malhumorado y todo
aún así te parí en esta tarde
con cuatrocientos cincuenta sobres con nombre y dirección
y una fila de incansable preguntones
sobándose la barriga complacidamente. 


Yo la mujer de barro

"Se estremecieron las espesuras y las sombras'
Yo la mujer de barro
hecha y guardada por los siglos y siglos
surgida del mismo tiempo
con una costilla de más, me dice Adán
y una semilla de nancite para Eva
yo la mujer de barro
con un grito de triunfo me persigno
por la señal de mis piernas
Por la santa cruz de mis caderas
Con el clamor de mi ombligo que se ahueca
y exclama araña tus ojos
Soy la furia del tiempo sin cabeza
Como una cara sin rostro
o un final de amores sin espejos.
Viva vivo y he vivido en el barro
a través de los ríos y las estaciones
y las capas geológicas y las erupciones
y los sinfines de culturas que no acaban
y las que apenas principian
en medio de todo el ruido
Yo, mujer, cargo la furia de amamantarte y amarte
hombre de barro, mi esclavo y mi señor
yo tu señora y tu esclava
mujer arcaica o clásica o moderna
siempre orgullosa de mi hoguera temblando
en el centro de Venus mi temblor.
Mujer de barro yo, descabezada
guardo y dibujo fertilidad de luceros
descabellada, quebrada y recocida
de mi amor inicial sembré los frutos
sigo sembrando y pariendo
y recogiendo y regando
en este comal de silencios
aquí volteada a la izquierda
con la piel siempre inmensa
sumergida en el canto de barro, carne y caminos
sólo me asusto de las cosas que no entiendo
como la cibernética
o el átomo envuelto
o mis hijos con la rodilla en el suelo
sólo y de nada me asusto
me persigno. 

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